lunes, octubre 03, 2011

Notas sobre el cuento: su longitud

Hace poco, en una lectura de cuentos y su posterior conversación sobre el genero, volvió a surgir que una definición del cuento es el tamaño. Es decir, que según la cantidad de palabras un cuento es un cuento y una novela es una novela. Engañosa definición.

Por supuesto que el primero que habla de esto es uno de los fundadores del cuento moderno, don Edgar Allan Poe, quien decía que, entre otras cosas, un cuento debe poder leerse en una sola sentada. Pero también señalaba que el cuento busca producir un efecto único y que en función de ese efecto único todo lo demás estaba a su servicio.

A mi que me gusta ir, como dicen en España, por la libre, opino que la longitud es un tema subsidiario para juzgar que un artefacto narrativo sea un cuento. Por eso no creo que un cuento largo pase a ser automáticamente una nouvelle o novela corta (sobre lo cual me extenderé en otra entrada), o que un cuento muy corto, por el hecho de ser breve, pase a ser un microrrelato; subgénero cuya existencia en tolda aparte tampoco reconozco por las mismas razones que estoy exponiendo.

Cuento es contar, y contar una sola historia que produzca una sola impresión en el lector sin importar la cantidad de páginas o renglones que esta tarea requiera. El efecto de una sola impresión lo consigue el buen cuento que utiliza la menor cantidad de elementos para referir la historia contenida en el cuento. Eso que Ruyard Kipling, en su autobiografía Algo sobre mí mismo, llamó la teoría del Iceberg (que Hemingway citó en la entrevista de la Paris Review, apropiándose de la idea) y que Ricardo Piglia explora en su teoría de la historia oculta en el cuento.

Pero sobre este tema también me extenderé en otra entrada,

Hay cuentos muy largos, como El perseguidor de Cortázar que siguen siendo cuentos a pesar de tener algo así como sesenta cuartillas mecanografiadas. Y hay novelas que no dejan de ser novelas por el hecho de ser cortas, como Bonsai de Alejandro Zambra, que en cuartillas mecanografiadas no debe llegar a cuarenta. Dos pruebas sencillas de que en el cuento la longitud no importa, sino contar una historia autosuficiente en la que el personaje está perfectamente imbricado con el argumento y el argumento, de alguna forma, explica al personaje; cuya vida, más allá del cuento, carece de interés para el lector.

Sin embargo el cuento bien logrado es el que deja palpitando en la mente del lector ese universo cerrado que se expande cada vez más a medida que la lectura va quedando atrás. Y en ese aspecto, la longitud del cuento simplemente es la que obliguen los hechos, los personajes y escenarios organizados por el autor para que este efecto suceda.

1 comentario:

DC dijo...

Hola Roberto, precisamente estaba buscando si la longitud de la narración produce la segregación entre cuentos y novelas. Yo estoy arreglando mi blog y me gustaba poner la etiqueta de micro cuento, pero me últimamente me parecía aburdo porque no le encontraba la lógica. Ahora todo encaja en mi cabeza: Un cuento, narra una sola historia que produce una sola impresión diseñada por el autor desde antes de plasmar la primera letra. En cambio las novelas, comienzan con una idea y esta misma toma forma propia a medida que se va redactando, de acuerdo a todas las situaciones que la convierten en un estilo mas complejo, de ahí su longitud.
Excelente artículo, seguiré arreglando mi blog,cuando puedas pásate por ahí:

http://lapalabrademadera.blogspot.com/

Saludos y un millón de gracias.