jueves, enero 29, 2015

El fin del mundo en mi ventana

Estoy en una oficina de la Maestría en Escrituras Creativas de la Universidad Nacional y miro los árboles del jardín que hay cuatro pisos más abajo. El viento mueve las hojas y aunque a lo lejos escucho algún trino, estoy un poco triste, o melancólico, o simplemente deprimido porque no veo los pájaros que eran casi el retrato sonoro de Bogotá: el Copetón o Gorrión, o Zonotrichia capensis.
Un alumno, en la clase del día anterior me hizo caer en cuenta de que los copetones están siendo diezmados, o incluso ya casi estén extintos, por las Mirlas venidas de otras plataformas climáticas. Estas aves son como caníbales aéreas que se comen a los polluelos de los gorriones y los huevos, y los han llevado a su extinción.


Un estudio del año 2012, realizado por 
el profesor del Instituto de Ciencias Naturales (ICN) de la UN, Gary Stiles, nos informaba que la especie más amenazada en Bogotá era el cucarachero de la sabana, cuyo hábitat son los humedales. El pájaro depredador es el Chamón, ese mismo experto decía que sólo en el futuro podría existir amenaza para el gorrion. Pues bien, hoy, a sólo dos años de aquel estudio, podremos decir que la amenaza se cumplió. Las mirlas son como los paramilitares que desplazan a los campesinos, ahora esas aves paracas han desplazado a los gorriones, primero de las zonas arborizadas de los barrios hacia las montañas de la ciudad, pero ahora incluso también comienzan a ser expulsados de estas zonas. Vivo en un barrio con muchos árboles cerca de las montañas y puedo certificarlo.


Si, según la ONU, cada día se extinguen 150 especies de animales en el mundo, desde mi ventana veo extiguirse una especie que acompañó la personalidad de mi ciudad. O sea, veo el fin del mundo acercarse, ominosamente, por mi ventana