miércoles, septiembre 30, 2015

La felicidad de Guillermo Martínez

No todos los días tiene uno la suerte de leer un libro de cuentos "sabroso", que sabe bien, que tiene texturas, humor y que nos sostiene el alma hasta el final, como Una felicidad repulsiva, de Guillermo Martínez. El escritor de Bahía Blanca, Argentina, que ganó el Premio Latinoamericano de Cuento Gabriel García Márquez.

Tuve la suerte de conocer a Guillermo durante la reciente Fiesta del Libro de Medellín. Durante la charla pública en la que compartimos junto con Elkin Restrepo y Julio César Londoño sobre el cuento contemporáneo, pudimos conocer algunos secretos sobre la confección de su libro, Una felicidad repulsiva, y algunas creencias sobre su manera de concebir el cuento y la novela.
Guillermo Martínez y su libro de cuentos

En general me quedó la sensación de que Guillermo Martínez es un autor concentrado en su obra, la cual debe mucho a su padre también escritor, y al hecho de haber dedicado gran parte de su vida al estudio de las ciencias y la matemática. Ya había leído hace unos años su novela Crímenes imperceptibles de la cual Alex de la Iglesia hizo la película Los crímenes de Oxford. También había leido otra novela suya, La muerte lenta de Luciana B. pero nunca había frecuentado sus cuentos, experiencia muy recomendable.

Los cuentos que integran Una felicidad repulsiva, tienen una cierta variedad de registros, prima el humor, la perplejidad y en algunos casos la solución más o menos fantástica. Hay cuentos muy breves, otros de extención media habitual a cualquier cuento, y un cuento largo que su autor prefiere denominar nouvelle, pero que pese a su extensión no deja de ser un cuento.

Hay guiños a la solución fantástica en algunos de los cuentos, pero como lo señala su autor, en algunos casos, como en el cuento Una felicidad repulsiva, la solución fantástica queda en manos del lector que puede leerlos de esa manera o con la posibilidad de la interpretación realista. Otros, como el largo cuento final Una madre protectora o Un gato muerto, bordean los límites del cuento de terror, pero la intención del autor es indagar en la realidad de sus personajes, exponer sus pasiones, la profundidad de su espíritu, más que hacer juegos narrativos. Son cuentos de índole realista pero su autor acude a un gran arsenal de recursos al contarlos.

Mención aparte son los datos autobiográficos que se entreveran en los argumentos. La presencia de su padre, su experiencia como profesor de ciencias exactas, su pasado como estudiante en Inglaterra, etc.

El resultado final de este conjunto es sorprendente. Resulta raro leer un libro de cuentos tan parejo en su calidad, tan amplio en sus registros y argumentos, tan completo en sus resultados. No resulta extraño que haya ganado un premio muy competido, que parece en camino de convertirse en el galardón más importante que se entrega en América Latina a los autores de cuentos.

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